jueves, 12 de octubre de 2017

 Cómo no podía ser de otra forma, este fin de semana no íba a ser distinto. Toda la semana trabajando mañana y tarde le confieren al domingo un papel de día deseado, y por otro la confirmación y seguridad de ser un día más entre tantos ... o por lo menos eso creía yo ...

Salí de casa cómo de costumbre. Había quedado con Julián para tomar algo, almorzar, y después disfrutar de nuestras sobremesas futboleras. Cogí el autobús de linea que me llevaba siempre cerca de la alameda, para después desplazarme por las calles angostas de sevilla hasta mi destino.

Allí estaba Julián, apoyado en uno de los bancos de la plaza de la encarnación. Al principio no reparé, pero lo empecé a notar más y más nervioso conforme me acercaba ...

  • ¡que tal julián! ¿por dónde comenzamos hoy nuestra ronda?.
En ese momento tiró el cigarro, con algo de desgana. Lo vi enfadado, casi irascible.
  • ¡Pedro! Ven rápido. Necesito que me ayudes ...
  • ¿que pasa Julián?
  • ¡ven conmigo!
Me llevó a un lugar un poco más apartado y ahí fué más explícito.
¡!Pedro; esta mañana hemos tenido un accidente ...!
¿hemos? Le pregunté ...
Si, ella ... Clara ... ya sabes, la chica con la convivo desde hace unos meses ...
¡Ah si! Le contesté. Y que todavía no has tenido narices de presentármela ... es que eres duro para mantener un compromiso ...
¡no estoy para bromas, Pedro! Ven conmigo ...
Comenzó a correr en dirección a la plaza de San Pedro y, a la altura del tremendo de santa catalina, torcer por la calle alhóndiga a un paso demasiado apresurado ...

¡Julián, tranquilo! le dije tartamudeando, ya que seguir su paso me resultaba cada vez más imposible ...

Llegamos a su pequeño apartamento en la calle Santiago, un lugar que para cualquier otra persona tendría un aspecto de "picadero" más que de residencia formal ...

Entramos por la puerta y allí la ví ... estaba caida en el suelo, junto a un pequeño charco de sangre y semiinsconciente ...

¿que ha pasado Julián?

Pedro se llevó nerviosamente los nudillos a la boca para mordisqueárselos ... temblaba y tartamudeaba a la vez, sin decir nada coherente.

Me acerqué y pude observar que aún respiraba.

¡Clara! ¡Clara!

Al no responderme, opté por lo más lógico. Cogí mi móvil y me iba a disponer a llamar a urgencias, cuando pedro me detuvo.

¿pero que haces? ¡estás loco! Parecerá que hubo una riña entre ambos y me echarán la culpa de todo ...
Pude tomarle el pulso al Clara y, aunque tenue, todavía daba señales de vida.

¡Echame una mano Julián!. Intentabamos entre los dos levantarla y poder acostarla en el pequeño sofá de la salita. Le puse un pañuelo en la herida, de la que parecía que habia dejado de sangrar. Y en ese momento empezó a recuperar el conocimiento ...
¡Clara, clara! ¿que ha pasado?

Balbuceaba palabras poco comprensibles, y poco a poco se fue reanimando.

¿quién eres? Me preguntó.
Hola, soy Pedro, amigo de Julián. ¿que ha ocurrido?
No lo sé, me contesto Clara. Estaba sentada aqui. Julián había salido a hacer unos recados, cuando alguien llamó a la puerta. En ese momento, al querer abrir la puerta, noté un fuerte empujón y me caí. No recuerdo nada más.

Miramos a izquierda y derecha, y ellos no echaron nada de menos ... o casi nada ...
¿dónde está el pequeño jarrón de la mesita de noche?, preguntó clara.

Julián seguía aturdido, y prácticamente no acertaba en tomar una decision.

Vamos a ver, pregunté a ambos- ¿echais algo mas de menos? ¿que había en ese jarrón?

Se miraron nerviosos ... y por fin clara se explicó:

Teniamos algún dinero ahorrado para nosotros ... lo escondiamos ahí para algún gasto extra ... tú ya sabes ...

¿te acuerdas de su rostro?.

No. Lo que si creo recordar es que tenía sombrero ... poco mas ...

¡pues busquemoslo!, inquirió Julián. Espero que tengamos suerte ...

Bajamos los escalones hasta la entrada, y salimos corriendo en la primera dirección que se nos ocurrió. Llegamos a la plaza de la Pila del Pato, y posteriormente por la plaza de la alfalfa, bar sopa de ganso, encarnación ...

Julián siguió por la avenida, en dirección a campana. Clara iba detrás y yo terminaba el grupo corriendo cómo hacia tiempo que no lo hacia ...

¡ahí está! Gritó Clara llevándose las manos a la boca en un gesto entre sorpresa y miedo.

¡Ese hombre con sombrero está sentado en la cafetreria de la campana leyendo en el periódico las necrológicas".

¡Julián, espera! Mi amigo no se lo pensó dos veces, y de un gran salto cogió por el cuello a este sujeto. Los dos rodaron por medio de las mesas de la cafeteria, ante el estupor de los allí presentes.

Llegué junto a Clara y entre los 3 intentamos retener al sujeto, que luchaba denonadamente con los tres. Yo le tenia sujeto por un brazo, Clara por una pierna y
a duras penas conseguimos tirarlo al suelo. A todo esto, Julián consiguió arrebarle su jarrón. ¡lo conseguimos!

La policia acudió por la llamada de una mujer que se hallaba en la cafeteria. Los tres presentamos declaración en la comisaria pero ... a pesar de que todo habia acabado bien ... o no

El agente que me habia interrogado departía con un compañero suyo, y me animé a preguntarle ...

Disculpe agente, ... me gustaría preguntarle algo ...
El se volvió y, con gesto divertivo, me dijo que quería ...

Me gustaria saber que interés podría tener el ladrón en un viejo jarrón dónde mis amigos tenías unos pocos ahorros ...

¡un pobre jarrón! ¿no saben realmente el valor del jarrón que tenían sus amigos en su casa? ¡es una pieza de una colección muy valiosa valorada en varios miles de euros!

José María Vázquez

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