jueves, 12 de octubre de 2017

... las 3 de la mañana. No dejaba de dar vueltas y vueltas sobre la cama. La noche se estaba haciendo larga, muy larga. No conseguia conciliar el sueño. El día había sido cómo cualquier otro día de vacaciones en la playa ... salir a dar un paseo por los pinares ... acudir a hacer los recados diarios ... visita breve a la piscina ... en fin, cómo cualquier otro día de playa ...

Me ajusté los auriculares para buscar el enésimo podcast al que aferrarme en esta noche de incomnio cuando crei escuchar algo. Agudicé el oido, y al momento parecía que lo que único que imperaba era el maravilloso y envolvente silencio nocturno. Sin embargo, me levanté y crucé el pequeño patio al lado de mi dormitorio. La puerta de la verja estaba semiabierta ... ¡que extraño! ¡juraria que la dejé cerrada cómo todas las noches!. Me acerqué a cerrarla cuando vi una pequeña sombra ... me quedé inmovilizado. La sombra estaba quieta, y era de una persona sin ningún tipo de dudas ...

Me quedé parado sin sabe que hacer, y al momento me arrepentí de esta reacción infantil. Sería algún vecino que había llegado más tarde a la urbanización, posiblemente con algún problema de retención de líquidos, y me asomé con toda naturalidad para saludarlo y cerrar mi portal ... sin embargo, al asomarme para para saludarlo, me dí cuenta que no había nadie ...

Ya francamente alterado, cerré la verja y cuando me iba a dar la vuelta, noté la inconfundible sensación de que alguíen estaba a mis espaldas ...me volví lentamente, con toda la parsimonia que podía hacer gala aunque los nervíos empezaban a dominarme ... y en esto me volví repentinamente ...

¡No había nadie!. Bastante nervioso, me apresuré a cruzar lo más rápidamente que pude el espacio entre la puerta del patio y la de la casa ... y alli estaba ...

Al lado del la pequeña higuera, en un poste que servía para sujetar el toldo que nos suavizaba las largas horas de sol del día, estaba ella. Su imagen era poco clara, pero su cabello se agitaba con la escasa brisa de la noche. Me acerqué a ella lentamente, intentando escudriñar en la oscuridad las facciones de esa imagen que se me ofrecía pero que no terminaba de vislumbrar con claridad ...

Al llegar escasamente a un par de pasos, su rostro estaba mirando a un lado. Era una chica joven, o eso me pareció ver. Sus rostro aún segúia siendo un misterio para mi, ya que su cabello, suave y suelto, no me permitía verlo. En ese momento, ví cómo se volvía lentamente, y sus ojos, al clavarlos en los míos, me provocó un intenso escalofrío ... y un grito de terror procedente de su garganta me hizo salir huyendo hacia el interior de mi casa ...

Entré lo más rápidamente posible en mi casa, no sin observar que ella me seguía con un rapidez que yo no podía superar. Noté su aliento detrás, con un olor dulzón que me embriagaba. Al llegar a mi dormitorio, quise buscar algo con lo que defenderme, y sin embargo notaba que algo me sujetaba mi brazo derecho. No sin esfuerzo, conseguí deshacerme de lo que me tenia preso, y entonces ...


¡me encontré caido al lago de mi cama con una lamparilla en mi mano! ¡todo había sido una mala pesadilla!

José María Vázaquez

No hay comentarios:

Publicar un comentario