martes, 13 de febrero de 2018

Una tarde de fútbol.

Apareció de repente, mientras rebuscaba entre un lío de ropa desordenada en el altillo del armario.
Envuelta en papel de seda, para preservarla del caos que la rodeaba, diminuta y pequeña pero intacta, como los recuerdos a los que me llevó en un viaje directo y fugaz a otro tiempo.
Y así, subida en la escalera, agarrándome a la puerta del armario para no caer, encontré el equilibrio que solo brota de la memoria sincera, de la mirada clara

Y comencé a evocar...

Desde por la mañana me sorprendía su alegría inusitada, siempre nueva, siempre extraordinaria.
Pareciera que acabara de descubrir una pócima mágica, una alfombra mágica... la pura magia.
La observaba entre divertida e incrédula, pero seducida por ese torrente de luces blancas que inundaban todas las partes de la casa por donde ella pasaba, dejando un halo de alboroto espontáneo y musical.
Era su manera de entender la vida, daba igual que las circunstancias fuesen adversas o favorables
Ella era la Esperanza, la convicción de que la vida era un hermoso regalo por el que valía la pena luchar siempre, en todo momento.
Y ahora abro esa llave envuelta en papel de seda que me trajo hasta aquí
Para encontrar una bufanda gastada
la bufanda que llevaba puesta esa niña todas las tardes que iba al fútbol de la mano de su padre

Con su esperanza, con su alegría
Esa que mueve el mundo.

3 de febrero de 2018

Maribel de la Fuente

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