lunes, 15 de noviembre de 2021

Comprobarás que puede nevar en primavera:

 

El despertador sonó puntual y gravemente, como siempre. Teresa, restregándose los ojos, se levantó con algo de pereza. Era lunes, y el fin de semana fué exigente. Pero que vamos a hacer. Las clases, los prefeseres, y los compañeros y amigos la esperan.


El agua caliente mejoró rápidamente la mañana. Su ropa, preparada cuidadosamente por, quién si no, su madre, la esperaba para vestirla y poder irse rápidamente a su instituto.


Se estaba terminando de arreglar cuando, desde abajo, alguíen pitaba con insistencia al porterillo. Era su padre. No se acordaba de qué esa mañana, cómo la de todos los lunes, la acompañaba al instituto.


Salió presurosa por la puerta, y bajando los escalones de tres en tres, se encontró con la caricia de la sonrisa de su padre.


¡Vamos dormilona, que vamos tarde! .


Llegaron a la puerta del centro, dónde la acumulación de coches en la puerta hacía difícil poder avanzar. Teresa, viendo esta situación, bajó y dándole un sonoro beso en la mejilla a su padre, se dispuso a entrar en el centro.


Tuvo una mañana plácida, pero al final de la misma comenzó a encontrarse algo mareada. Sin darle más importancia, salió del centro y volvió a su casa.


Su madre la recibió en la puerta. Le dió tiempo de preparar algo de almuerzo para las dos, y comenzar una breve conversación antes de que cada una volviera a su rutina. Teresa se seguía encontrando mal, pero con una sonrisa algo forzada seguía conversando con su madre.


Una vez sentada en su dormitorio, Teresa seguía mareada. Se echó un rato en su cama, pensando que sería algo más de cansancio de lo habitual, y sin darse cuenta, se quedó dormida.


Lo siguiente que recordó fue que sus padres la estaban acompañando al hospital. Ella sólo asentía, y sus padres intentaban en vano mantenerla despierta. Su madre, cogiendola por los brazos, la animaba a que se despabilara.


Una vez en el centro médico, se confirmaron las peores noticias. Una enfermedad larga, una lucha extrema, que pusieron a prueba tanto a sus padres como a ella, la estaban esperando y, aunque sea muy raro, siempre puede nevar en la primavera de nuestras vidas. Pero su ánimo y el de sus progenitores nunca se quebró, ya que, Teresa, recuérdalo siempre, la vida y las clases, los profesores y amigos, siempre te esperarán ...


Dedicado a Teresa y a sus padres, que siempre estarán ahí.


José María Vázquez Recio.

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