sábado, 9 de junio de 2018


¿Lujuria?

... eran cerca de las nueve. Él estaba tendido, boca arriba, esperándola. Con una sonrisa limpia, afectuosa. Ella se acercó ... con esa mirada cómplice de toda pareja perfecta ... compenetrada ... condenada a amarse por y para siempre ... con una fidelidad inquebrantable hasta el final de sus días ... ese amor fuerte, desinteresado y generoso ...

Ella lo miró, y posó sus manos sobre su cuerpo, suavemente. Él se estremeció, y, mirándola, la invitó a que siguiera. Sus manos tocaron suavemente sus hombros, su pecho, con ese convencimiento del que le está provocando bienestar sin ningún tipo de apremio, con parsimonia, simplemente el placer por el placer. Le acarició sus muslos, sus nalgas ... cómo sólo una mujer saber sacar tus mejores suspiros de frenesí de ti mismo, cómo sólo ella sabe hacerlo, despacio ... lentamente ... la realidad fluía ajena a ellos, distante ...

Cuando estaba con lo ojos cerrados, ella se acercó a él y le dió un sonoro beso en la mejilla. Un beso con todo el afecto y el amor que sólo la mujer de tu vida es capaz de regalarte ... por supuesto, ... tu madre ... a tus cinco meses de vida ... ¡quién si no!.


José María Vázquez Recio
Mayo 2018



No hay comentarios:

Publicar un comentario