sábado, 13 de mayo de 2023

La novia de la laguna:

 Era ya casi mediodia, cuando Sofía se encontraba frente al espejo de la peinadora de su dormitorio, suspirando ...


¡Vamos Mamá! ¡Date prisa!. No dentro de mucho tiempo Papá nos recogerá y no quiero llegar tarde. Juan Carlos se pone muy nervioso ... tú, mejor que nadie, lo sabes ... no hay que hacer esperar al novio más de lo necesario ...


Leonor, su fiel doncella, se sonreía. No era la primera vez que su señora la confundía. Ella, como ya le habían advertido varias veces, no estaba en la misma realidad que ellos ...


¡Señorita, ya está usted preparada. Cuando guste, llamo al cochero y la lleva a la iglesia ...!


¡Venga chiquilla, vamos! le contestaba Sofía, no sin cierto tono de enfado.

Saliendo de su habitación, buena parte del servicio se puso a verla, con algún comentario que otro jocoso, y alguna risita mal disimulada. Sofía, con toda la dignidad de sus 74 años, bajaba por la majestuosa escalera, ante la mirada divertida de todos.


¡Señora, coja mi mano. La acompaño al coche!, le dijo su cochero, haciendo un gran esfuerzo para no reirse delante de su señora.


¡Vamos Froilán, vamos, que llegamos tarde! apremiaba Sofía entre alguna que otra carcajada de la comitiva, acostumbrada ya a ver esta escena demasiadas veces.


Una vez en el coche, abrió la ventanilla, saludando a todo el mundo que quién se cruza ba. Algunos transeuntes, divertidos, le contestaban entre vítores y chanzas varias, y hasta algunos golfillos le tiraban piedras que Sofia confundía con flores a mayor homenaje de la novia.

Una vez llegados a la Laguna, con algunos veraneantes esperando cola en el bus que los llevaría a la plaza, Sofia bajó con su vestido de novia, entre el asombro y el desconcierto de los forasteros. ¿pero dónde iría esa señora vestida de novia en pleno verano, con el calor que hace?.


Fiel a su costumbre, se sentó en un pequeño banco, y empezó a pedir que se acercaran todos a felicitarla. ¿Dónde está mi padre? ¿Aún no ha llegado? ¿Quién me va a entregar a mi prometido? ¿Ha llegado ya Juan Carlos?.


El cochero se sentó en un rama de un árbol, cerca de dónde estaba Sofía. Muchas veces pensaba que su señora no debería hacer eso. El pueblo comentaba y chismorreaba mucho, y eso su señora no se lo merecía. Aunque estuviera loca, que lo estaba, pero ninguna señora del mundo se lo merecía ...


Y bien es verdad que le vida o, mejor dicho, el amor no la trató bien. Cuando llegó a la casa le contaron la historia de Doña Sofía. Un triste día de hace algo más de medio siglo, al llegar al altar, un accidente de coche provocó el fallecimiento de su prometido. La noticia tan dura se la comunicó su padre, pero Sofía nunca lo aceptó, y años tras año, como cada 9 de octubre, ella íba a la laguna para unirse a su prometido.


La tarde pasaba tranquilamente, cuando unas pequeñas gotas de lluvía hacían presagiar una tormenta de verano más.


¡Señora, está a punto de llover, y no estaría bien que se le estropeara su vestido. Podemos resguadarnos en el refugio, si le parece ...!


¡Calla! Dame una sombrilla y vete. Tengo que esperar a Juan Carlos. ¡Que novia no haría lo mismo!.


Froilán, algo apesadumbrado, le dió lo que pedía y apenas le dió tiempo de guarecerse en un refugio cercano, ya que la lluvia arreció y no quería coger una pulmonía ...


Una vez llegó al refugio, pudo ver que las aguas de la laguna estaban muy revueltas, con un oleaje muy fuerte desconocido para él, y eso que llevaba ya varios años en el pueblo. El temporal fue de menos a más, y todos los árboles eran azotados por un viento feroz. El nivel del agua crecía y crecía, acercándose cada vez más a Sofía, que seguía sentada, ajena a todo lo que estaba ocurriendo.


Froilán, viendo a su señora en peligro, corrió a su encuentro, con un viento de frente que apenas le dejaba avanzar. Le gritaba, diciéndose que saliera de allí, pero ella no le escuchaba. Sin embargo, una de las veces que la llamó, volvió su cara y pudo ver como Sofía, en medio de la tormenta, esgrimía una sonrisa de felicidad, cogiendo un pequeño anillo ofrecido por una mano que salía desde las mismas aguas ... Una vez se lo pusó, se volvió a su fiel cochero y le dijo adiós, dándole las gracias por tantos años de servicio, su vida y su mundo ya no estaban aquí. Giró su cabeza, mirando a esa laguna que tantas veces la observó, y entró poco a poco en la laguna de la mano surgida de las aguas.



                                                                                                 José María Vázquez Recio.

Mayo 2023. 

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