miércoles, 20 de marzo de 2019


El sueño.

Juan se preparaba, como cualquier otra mañana, para ir al colegio. Pero esa no era una mañana cualquiera. Su madre le acababa de preparar el desayuno y, con un beso muy fuerte en su frente, quiso animarlo. Juan se echó a llorar, con ese llanto inconsolable del que ha perdido a su padre para siempre ... ¿que te pasa hijo?, le preguntó su madre. ¡Anda anímate!. Esta noche he vuelto a soñar con papá ..., le dijo. No te preocupes hijo, le contestó su madre, es difícil tanto para ti como para mi. Piensa que papá nos observa a ambos desde el cielo. Se pondría muy triste si te ve así ...

Juan se marchó a su colegio, como cualquier otra mañana. Al llegar a la puerta del mismo, vió a una niña que se despedía de su padre ... y volvió a echarse a llorar desconsoladamente. Una mano se apoyó en su hombro. Era su maestra. ¡Juan! ¡anímate! ¡!Vamos a darles los buenos dias a tus compañeros y verás que pronto te animarás!. Lo siento señorita, le contestó Juan. He visto a esa niña despedirse de su papá y he recordado cuando mi padre me despedía todas las mañanas, antes de entrar en clase ...

Al salir de clase, como cualquier otra tarde, juan quedó con sus amigos para jugar a la pelota en su patio. Al rato, algunos padres acudieron al lugar de juegos, y el se volvió a ver solo volviendo a su casa ...

Por la noche, se sentó a cenar solo, con su madre, cómo cualquier otra noche. Antes de comenzar, cerró sus ojos e imaginó a su padre preparándole su cena, y bromeando sobre cualquier anécdota del día. Al volver a abrir sus ojos, vió a su madre con los ojos enrojecidos, posiblemente de llorar más por su hijo que por ella misma ...

Tras ver un rato la televisión, Juan se fue a su cama, donde esperaba que su madre le contara un pequeño cuento que le hiciera conciliar el sueño. Siempre se lo contaba su padre. Él contaba unos cuentos preciosos, y conseguía que juan se lo pasara en grande antes de dormirse. Cuando llegó su madre, Juan se quedó dormido con estos pensamientos ...

Al rato, Juan se despertó. En la oscuridad, pudo ver por la ventana una estrella fugaz que iluminó la noche cerrada. En ese momento, sintió una leve presión de alguien apoyándose en su cama. Alguien le sonreía, con sus ojos observándole entre lagrimas, y su mano le acarició su mejilla suavemente. Juan le sonrió, y saliendo de su cama en sus brazos, salieron padre e hijo juntos hasta la eternidad.


Jose María Vázquez Recio.- Marzo/2019


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