El
Pozo
Todos
los años era mi lugar de vacaciones. Casa de los abuelos,
compartiendo piscina de goma y tardes de siestas estivales
larguisimas guardando silencios no deseados por imperativo de
nuestros mayores, y tardes de feria de verano, con sabor a cena
temprana y helados de chocolate ...
Era
ya medianoche. La casa de los abuelos ofrecia una convivencia
infantil con tus primos que siempre gustaba, pero que ofrecia, a los
que utilizábamos el cuarto de baño por la noche, el riesgo de tener
que atravesar un eterno pasillo, hasta el corral, dónde estaba el
aseo ... y el pozo.
Muchas
veces aguantaba toda la noche sin querer ir, pero había que ir ...
noche estrellada, silenciosa, solo interrumpida por el cri cri
nocturno de los grilos ... y alli estaba el pozo ...
Siempre
mirándolo de reojo, en la noche oscura, sin darte cuenta que te
atraía hacia él, de una manera descontrolada ... la curiosidad, o
quizás morbo infantil, te empujaba a verlo ... ¡cuán profundo era!
Era
otra de esas noches. Ví, con sorpresa, cómo desde el borde de ese
pozo, surgia ella ... con su pelo largo, tapando sus facciones, y con
su dedo índice diciéndome que me acercara ...
Corrí
hacia mi cama, con esa convicción y rapidez que te solo dan tus
cinco años ... sin querer mirar hacia atrás ... e intentando no
sacar tu cabeza de debajo de las sábanas ...
Cuando
me desperté todo había pasado. Seguí disfrutando de mi verano, y
el día, o los días, pasaban deprisa, sin prácticamente poder
reparar en ellos ... y volvía a llegar la noche ...
...
y entonces, tendría que ir otra vez al cuarto de baño, y tener que
pasar por delante del pozo ... aquel maldito pozo ...
...
y allí estaba, otra vez, ella, con su pelo negro, y su bata blanca,
con su dedo indice señalándome, y pidiéndome que me acercara a
ella, a su lado, a su pozo ...
...
y tentado por esta situación inexplicable, con mucho, mucho miedo,
me acerqué, y me dejé llevar ...
...
ella, sin pronunciar palabra, me agarró suavemente a la mano, y tiró
de mi ... no me lo podía creer, los dos, juntos, caimos por el fondo
del pozo, gritando, llorando, muertos de miedo ... mi peor pesadilla
se estaba haciendo realidad, y no podía hacer nada ...
Al
día siguiente, una vez que desperté de tan terrorífica pesadilla,
seguí disfrutando de otro gran verano en familia, en el pueblo, en
la casa de mis abuelos, pero ya, por la noche, no volví a sentir más
miedo al pasar por el pozo ...
José
María Vázquez Recio
Diciembre
2018
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