Querido
papá.
Como veras
estoy cumpliendo la promesa que te hice de escribirte periódicamente
para contarte cómo me va. Como tú muy bien decías, estas cartas me
servirán de diario para recordar todas las vivencias de mi
experiencia Erasmus. Sí, ya se que han pasado dos meses desde mi
llegada y que esta es la primera carta, pero como dice la abuela:
nunca es tarde si la dicha es buena.
Empezando
por el principio te diré que fueron un poco desmoralizadores. Parece
mentira que en una ciudad tan bonita como esta yo alquilase en el
barrio más feo. El piso también es un poco cutre y ,como dijo mamá
al verlo, con más mierda que once jamones. Menos mal que mis
compañeros de piso son geniales, aunque con ellos hay que tener una
mente bastante abierta.
El primer
día, mamá y yo llegamos cargadas como mulas. A ella, ya la conoces,
le dio un ataque de los suyos e hizo limpieza general, ante la sorna
de mis compañeros, que me decían por lo bajo, que todas las madres
de Erasmus hacen lo mismo. La verdad es que una vez que ella se
marchó la limpieza duró poco.
Estoy todo
el día muy ocupada, entre las clases y las fiestas. Te alegrará
saber que soy mucho más prudentes que mis compañeros y no acepto
más de una quedada al día, pero considero que es fundamental
conocer a personas de otros países y culturas. Viajar también me
ocupa mucho tiempo, no puedo perder la oportunidad de conocer todo lo
que pueda. Pero tranquilo, que también estudio.
Estoy
madurando muchísimo. Soy menos escrupulosa que antes y ya lo de la
hornilla sucia o el lavabo con pelos me da igual. La verdad es que
aquí no tenemos tiempo para nada, menos mal que la semana que viene
se incorpora una compañera y seguramente su madre nos hará
limpieza. Esto me lleva a una interesante reflexión sobre la
igualdad de géneros: vienen padres y madres, pero siempre limpian
las madres, vuestra generación se ve que no ha conseguido la
igualdad. Afortudamente la mía si, pues no limpiamos ni los chicos
ni las chicas.
En el tema
de las comidas también he madurado mucho. Sé que te preocupaba
mucho que no sé cocinar, pues bien, sigo sin saber, pero ahora ya
nunca protestaré por las comida de casa en las que pienso con
nostalgia, aquí solo comemos lo que sale del microondas. Mis
compañeros y yo os agradeceríamos en el alma un envío con chacinas
envasada, sobre todo de jamón.
Bueno papá
me despido ya. Os echo mucho de menos. Besos y abrazos para todos.
PD. Por
poco se me olvida, ¿podrías mandarme dinero, por favor?
Ana Cumbrera Barroso
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