Una tarde de fútbol.
Apareció
de repente, mientras rebuscaba entre un lío de ropa desordenada en
el altillo del armario.
Envuelta
en papel de seda, para preservarla del caos que la rodeaba, diminuta
y pequeña pero intacta, como los recuerdos a los que me llevó en un
viaje directo y fugaz a otro tiempo.
Y
así, subida en la escalera, agarrándome a la puerta del armario
para no caer, encontré el equilibrio que solo brota de la memoria
sincera, de la mirada clara
Y
comencé a evocar...
Desde
por la mañana me sorprendía su alegría inusitada, siempre nueva,
siempre extraordinaria.
Pareciera
que acabara de descubrir una pócima mágica, una alfombra mágica...
la pura magia.
La
observaba entre divertida e incrédula, pero seducida por ese
torrente de luces blancas que inundaban todas las partes de la casa
por donde ella pasaba, dejando un halo de alboroto espontáneo y
musical.
Era
su manera de entender la vida, daba igual que las circunstancias
fuesen adversas o favorables
Ella
era la Esperanza, la convicción de que la vida era un hermoso regalo
por el que valía la pena luchar siempre, en todo momento.
Y
ahora abro esa llave envuelta en papel de seda que me trajo hasta
aquí
Para
encontrar una bufanda gastada
la
bufanda que llevaba puesta esa niña todas las tardes que iba al
fútbol de la mano de su padre
Con
su esperanza, con su alegría
Esa
que mueve el mundo.
3 de
febrero de 2018
Maribel
de la Fuente
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