Navidad y ángel.
Cerrar
los ojos para ver mejor.
Los
vuelvo a abrir, la luz que entra por la ventana me atrapa, cálida,
azul, seductora.
Pero
vuelvo a cerrarlos.
Necesito
cerrarlos, para poder ver bien.
Ahora
sí. Aparece una figura clara y nítida, que viene hacia mí. Noto su
olor, oigo sus pasos ágiles y seguros, su certeza al caminar.
Transita
a mi alrededor con naturalidad, enfrascada en sus cosas, y yo la miro
embelesada, siempre me dejaba absorta su capacidad infinita de
trabajar sin parar un instante.
Daba
igual qué cosa hiciera en ese momento, ella lo convertía en el
centro del universo.
Me
hipnotizaba.
Sus
voz, sus manos.
Así
era.
Ya
entonces intuía la nostalgia que un día sentiría, ya empezaba a
echarla de menos, a extrañarla.
Ya
sabía entonces que sería mi ángel de vida, incluso cuando ya no
estuviera a mi lado, incluso cuando su ausencia me llevara de la mano
a tener que cerrar los ojos para poder verla nuevamente.
Ángel
permanente con los brazos abiertos de par en par.
Ángel
mágico...
Sólo
tenía que cerrar los ojos para verte.
Maribel
de la Fuente.
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