Llovía torrencialmente. Laura se encontraba sola en su
departamento. Con una taza de café en sus manos,
sorbo a sorbo, intentaba buscarle explicación a lo
ocurrido.
No habían pasado ni 15 minutos desde la llamada de
Carlos. De ella solo pudo recordar los reproches de
su marido, demasiados. Ella ya no podía soportarlo.
Sus aventuras, sus continúas infidelidades, debían
acabar. Pero esa era una esperanza que cada vez
tenía menos posibilidades de cumplirse. ¡Pero es que
ella lo queria!
El sonido de la puerta sonó sorpresivamente. ¿Quién
sería?, se preguntó. Al abrir la puerta, su marido
irrumpió en la casa.
Lo siento Laura!, le dijo. - Tenemos que hablar ...
Laura lo siguió, viendo como Carnos no dejaba de
gesticular, sin apenas reparar en lo que decía.
Creo que no puedo responder a tu cariño, le dijo-.
Lo mejor es que nos separemos ...
Laula comenzó a llorar. Las primeras lágrimas, sin
poder evitarlo, asomaron por sus mejillas. Carlos no
quiso decirle más. Soltó el paraguas en la entrada, y
se dispuso a hacer una maleta con lo primero que
encontrara ...
¿Sabes?, le dijo Carlos, sin apartar la mirada del
armario. Tengo la sensación de que nunca te he
merecido. Eres, y lo sabes, una mujer maravillosa,
pero nunca he sabido corresponderte ...
Ella, muy nerviosa, no terminaba de aceptar la
escena que ocurría delante de ella. Se le acumulaban
muchas preguntas para hacerle, pero las palabras no
salían de sus labios ...
¿Porque? ¿Quién? ¿Desde cuándo? ... eran palabras
que se agolpaban en su cabeza, sin poder pronunciar
ninguna. Le costó tomar conciencia de sus presuntas
infidelidades. Algunas amigas o conocidas siempre
supieron más de sus aventuras y escarceos
amorosos, y se lo advertían. Pero ella lo quería
demasiado, a pesar de todo ...
Carlos, cerrando la maleta, miró de un lado a otro.
Parecía que estaba buscando algo. Al fin, se dirigió
a la peinadora del dormitorio. En él, un retrato de
su hijo con ambos presidía el mueble. Carlos miró
detenidamente a Laura y, tras vacilar un momento,
metío la foto en la maleta.
Discúlpame, le dijo, pero es de las pocas fotos en la
que salimos los 3 juntos. Espero que no te importe
...
Laura seguía impávida, sin capacidad de reacción:
¿Porqué Carlos?, se preguntaba. ¿Qué te ofrece ella
que no te lo dé yo? ¿Amor, consuelo?. Eran
preguntas que se agolpaban en su mente sin poder
pronunciarlas.
Carlos pasó delante de ella, sin mirarla. Se
dirigió a la puerta de la casa y, al abrir la puerta
para salir,no pudo evitar detenerse. Se dió la vuelta
y la pudo ver. Laura estaba al pié de la escalera,
con sus manos cubriendo su rostro, bañado en
lágrimas.
¡Por fin ha dejado de llover!, acertó a decir, sin
demasiado convencimiento. Miró el paraguas, aún
mojado. Ya volveré por él, y por otras cosas que no
puedo llevarme ahora. Lo siento Laura.
El sonido de la puerta al cerrarse fue el
desencadenante. El llanto contenido por fin salió, y
Laura no pudo aguantar más.
Pasaron las horas, y ella seguía allí, sentada en
uno de los escalones, sin poder levantarse. No tenia
ganas de nada, y no sabía que hacer. Cogió su móvil,
y llamó a María, su hermana.
¡Ven!, fue la única palabra que acertó a decir.
Se escuchó el clic de colgar al otro lado. En apenas
15 minutos, se escuchó un coche aparcando en el
jardin.
Sonó el timbre y, viendo que su hermana no
acudía, María abrió con las llaves que tenía.
Laura, cariño, ¿que ha pasado?, fue lo único
que pudo decir María, al ver a su hermana en ese
lamentable estado, antes que viera como rompió a
llorar, desconsoladamente.
- Se ha ido, María - balbucía Laura- - Se ha ido,
esta vez para siempre ...-
María se abrazó a ella, sin apenas poder
pronunciar palabra. Buscó en su bolso, a ver si
llevaba algún pañuelo. Miró a su alrededor, y no
pudo encontrar nada que ofrecer a a Laura para
enjugar sus lágrimas. Dejó a su hermana sentada en
el sofá, y al mirar distraidamente a la entrada pudo
ver, con sorpresa y estupor, que un paraguas que
creía perdido yacia apoyado en la puerta ...
José María Vázquez Recio, Diciembre 2025