El
pacto
Era
tarde. En el club habían bastantes socios. No en vano, era Navidad.
En todas las mesas se desarrollaban tertulias, todas distintas, pero
con el denominador común de voces altas y algún ademán extremo.
- Lo
siento, siento pensar asi-, comentaba Walker. -no creo ni en la
justicia ni en sus sentencias. Los delitos de sangre deben ser
castigados con más dureza. No me cabe duda ....
- Estimado señor walker, le contestó Harper. Considero que con la privación de libertad, es más que suficiente. Considere que es nuestro bien más preciado, y es bastante duro, durísimo diria mejor, que alguíen no pueda disfrutar de salir a la calle, relacionarse con su familia, sus semejantes ..
- Nada de eso Harper, le contestó Walker. La libertad está demasiado sobrevalorada. Es más, muchos días me quedo en mi casa, privado de esa libertad, muy a gusto, y no hecho de menos nada de nada el contacto con mis ¿semejantes? ...
La
conversación siguió por estos derroteros, y al cabo de unas dos
horas, la mayoría de los socios del club se aventuraron a rodear la
mesa dónde se discutía del valor de la libertad ...
- Yo estoy dispuesto a proponerle un trato, y seré yo mismo el conejillo de indias ... contestó un airado Walker.
Harper
lo miró con enojo. Walker era un adversario bastante duro, y él
empezaba a sentirse agotado por la discusión que les ocupaba.
Usted
dirá Walker. Pero no admito ninguna apuesta. Ya sabe que no soy
amigo de esos juegos ...
La
propuesta es sencilla, le contestó Walker. En este club hay
habitaciones para los socios ante situaciones, digamos,
extraordinarias. Le propongo ocupar una, durante un plazo de 6 meses,
con el compromiso de no salir de ella absolutamente para nada. ¿que
le parece?
Harper
le miró sorprendido. No creía que iba a llegar tan lejos ...
Dicho
y hecho, le contestó Walker, que siempre se caracterizó por llevar
hasta el extremo cualquier discusión. Sólo le propongo que, una vez
superado dicho plazo, usted me dará suma de 18000 libras, 100 libras
por cada día de, digamos, mi cautiverio. Creo que no es un precio
muy alto para usted, dada su buena situación financiera. En la misma
no disfrutaré de las comodidades que cualquier socio disfrutaria,
con tres comidas, algo de tabaco, y algún diario. Todo ello se
proveerá a través de una pequeña ventanilla hecha en la puerta
para la ocasión, y no mantendré ningún contacto con nadie ...
Harper
le contestó que todo había llegado demasiado lejos, y pese a que
quizo persuadir a su amigo de qué no merecía la pena, él insistió.
Los
testigos de dicho acuerdo se miraron unos a otros, confundidos. La
situación prometía, aunque a nadie le apeteciera estar en el lugar
de walker.
Esa
misma noche, comenzó el plazo.
Es
23 de diciembre de 1896. Son las 23 horas. El compromiso alcanza
hasta dentro de seis meses, esto es, hasta el 22 de junio de 1897.
Nadie, excepto el jefe de cocina, podrá mantener contacto con
nuestro confinado. No se admitirá ninguna conversación, salvo
alguna nota manuscrita para sus peticiones.
Walker,
en todo ceremonioso, entró en el pequeño dormitorio con las escasas
comodidades acordadas. Una cama, una mesilla de noche, un pequeño
escritorio, y el aseo ...
¡Queridos
amigos, nos veremos dentro de seis meses, y quedará demostrado que
la libertad de la que hablais no es tan valiosa!
Se
hizo un murmullo, y el conserje procedió a cerrar la puerta de la
habitación.
Durante
días walker se pasaba los días fumando, leyendo el diario, y hasta
canturreaba alguna que otra melodia. Con el paso del tiempo, algunas
veces se le escuchaba hablar solo, e incluso algún llanto. Más de
una vez algunos socios propusieron que se diera fin a semejante
desatino, pero al final el propio confinado les conminaba a que lo
dejaran sólo, y que, bajo ningún concepto, le abrieran la puerta.
Quería demostrar que para nada echaba de menos la "libertad de
los hombres".
Harper,
mientras tanto, vio que semejante acuerdo le íba a costar una
auténtica fortuna. Al acordarse el mismo, el tenía una situación
económica bastante desahogada, pero los devaneos de la bolsa le
habían hecho perder demasiado dinero. Pagar esas 18000 libras le
íban a costar mucho, un precio demasiado alto por mantener una
postura contraria a la de su amigo walker ...
Quedaban
pocos días para el término del plazo apalabrado. Harper estaba muy
preocupado. Sus finanzas, lejos de recuperarse, habían ido a peor. Y
un desembolso de 18000 libras íba a ser un gran esfuerzo para él
...
Cuando
apenas quedaban horas para el final del cautiverio de walker, entró
de madrugada, sin que nadie lo viera, y se dirigió a la habitación
dónde podía fraguarse su perdición. Abrió el pestillo exterior, y
muy lentamente, entró en el interior ...
Dentro
pudo observar a su amigo, pero estaba muy distinto al de hace unos
meses. Dormido, y de costado, pudo observarle una cabeza con pelo
cano, y sus facciones muy deterioradas. Sus manos, largas y huesudas,
aventuraban que el largo confinamiento había dejado muchas secuelas
...
Miró
a su alrededor, y se fijo en un pequeño cojín. Arma más que
suficiente para terminar con la vida de este desgraciado, y no tener
que pagar por su desvario ...
Al
coger el arma homicida, se fijó en una pequeña nota.
Bueno,
pensó Harper, serán los últimos deseos de este desgraciado con mis
18000 libras ... y la leyó:
"Queridos
amigos. Todo este tiempo que he pasado en mi voluntario presidio, me
he dado cuenta que todo lo que valorais, que quereis, que deseais, no
tienen importancia para mi, ni tan siquiera el dinero acordado con mi
amigo harper. Por todo ello, y en prueba de mis palabras, saldré una
hora antes de lo acordado, para eximirle del pago acordado".
Harper
se quedó perplejo. Tirando el cojín, besó a su amigo en la frente
y retrocedió lentamente hasta la entrada, cerrándola.
A
poco de terminar el plazo, alguíen dió la voz de alarma. La puerta
de la habitación ocupada durante casi seis meses estaba abierta, con
señales de haber sido forzada por dentro. Harper, al llegar al club,
no tuvo por menos que sonreir y rendirse a la evidencia de que,
realmente, le había ganado su amigo.
José
María Vázquez Recio. Enero 2019
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